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Se cumplen 45 años del sismo de 7.1 grados, afectada la región de la Mixteca Poblana
Brisselda Sarabia
Hace 45 años, un terremoto de magnitud 7.1 sacudió el centro y sur de México, dejando un fuerte recuerdo en la Mixteca poblana y oaxaqueña.
El 24 de octubre de 1980, a las 8:53 de la mañana, un sismo con epicentro 19 km al oeste de Acatlán, Puebla, sorprendió a miles de personas. De acuerdo con el Servicio Sismológico Nacional (SSN), el evento tuvo una profundidad de 65 km y fue intraplaca, es decir, ocurrió dentro de la placa de Cocos, sin llegar a su límite con la placa Norteamericana.
Este tipo de sismos —como los de Chiautla de Tapia (2017) y Tehuacán (1999)— se generan por la flexión y el peso de la placa de Cocos, que se dobla al hundirse bajo México, acumulando tensión hasta liberar energía en forma de terremotos intensos.
Aunque el epicentro fue en Puebla, el impacto se extendió a Guerrero, Oaxaca, Morelos, Tlaxcala, Veracruz y la Ciudad de México, donde se reportaron daños menores, caída de bardas, agrietamientos y desprendimientos.
En la Mixteca, la zona más afectada, el panorama fue devastador. Huajuapan de León, Oaxaca, al menos el 80% de sus edificaciones tuvieron algún tipo de daño, entre ellas la Iglesia Catedral, el templo de San José, el hospital Rafael Amador y varias escuelas. También se reportaron afectaciones graves en Petlalcingo, Chila, Acatlán, Tlaxiaco, Tamazulapan y Tlapa, entre otras localidades.
El sismo dejó un saldo de 54 personas fallecidas y 300 heridas, además de dificultades para llevar ayuda a comunidades de difícil acceso debido a la topografía montañosa.
Hoy recordamos aquel evento como uno de los sismos más importantes de la década de 1980, un recordatorio de que México es un país con actividad sísmica constante y que la prevención sigue siendo la herramienta más poderosa ante la fuerza de la naturaleza.